lunes, 19 de marzo de 2012

El secreto de la Risa


La popularidad actual del humor se debe, en gran medida, al libro de Norman Cousins (1915-1990) “Anatomía de una enfermedad. La voluntad de curarse”(publicado en 1979).


El fallecido editor de revistas, fue el primero en exponer ante el público, una correlación entre el humor y la salud. Cousins describe cómo se recuperó de una enfermedad de los tejidos conjuntivos que normalmente suele ser irreversible mediante un tratamiento peculiar.


En su libro, Cousins relata cómo cae gravemente enfermo, afectado de espondilitis esclerosante, es hospitalizado, con una posibilidad sobre quinientas, de curarse. Ante esta situación decide, con la ayuda de su médico, encontrar en sí mismo la curación; se instala en un hotel, mira películas cómicas, descubre las virtudes terapéuticas de la risa, recibe a sus amigos y reduce el tratamiento a fuertes dosis de vitamina C, hasta que logra curarse . Su historia dejó perpleja a la comunidad científica abrió las puertas a la investigación en este tema. He aquí un fragmento de su experiencia :


“Incluso antes de haber completado las gestiones para sacarme del hospital, empezamos la parte del programa relacionada con un ejercicio integral de las emociones positivas, para estimular las funciones químicas del cuerpo. Tener esperanza, sentir esperanza y fe resultaba fácil, pero ¿y la risa? No resulta nada gracioso estar acostado en la cama y que te duelan todos los huesos de la columna vertebral y todas las coyunturas. Era necesario llevar a cabo un programa sistemático. Pensé que lo mejor sería empezar con algunas películas cómicas. Allen Funt, productor del programa de televisión “ cámara indiscreta”, me envió algunas de sus mejores escenas, junto con un proyector, incluso pudimos echar mano de alguna película de los hermanos Marx. Corríamos la cortina y proyectábamos la película. Y funcionó: hice el alegre descubrimiento de que diez minutos a carcajada batiente tenían un efecto anestésico, permitiéndome dormir sin dolor durante al menos dos horas. Cuando el efecto sedante de la risa se terminaba, volvíamos a encender el proyector y, más de una vez, volvía a producirme un periodo de sueño sin sentir dolor. En ocasiones, la enfermera leía libros de chistes, resultaban sumamente eficaces.


¿Hasta qué punto resultaba científico, creer que la risa (así como las emociones positivas) estaba mejorando las funciones químicas de mi cuerpo?. Si era cierto..., también sería probable que aumentara la capacidad del cuerpo para combatir la inflamación. Así que decidimos hacer un análisis de sedimentación inmediatamente, antes y varias horas después de los períodos de la risa. Cada vez se producía un descenso de al menos cinco puntos. La bajada en sí misma no era sustancial, pero continuó produciéndose y acumulándose. Estaba encantado de descubrir que existía una base fisiológica de la antigua teoría de que la risa es una buena medicina. No obstante, la risa presentaba un efecto secundario negativo desde el punto de vista del hospital. Estaba molestando a otros pacientes”.