lunes, 19 de marzo de 2012

Aprender a fluir

Todos pasamos algunos momentos donde sentimos tener el control de nosotros mismos, de nuestra experiencia. Estamos absortos en lo que estamos haciendo, involucrados en una actividad de que nos proporciona placer y disfrute: leer un libro, escuchar un concierto, ver una película interesante, hacer un deporte, caminar, escalar una montaña, conversar sobre un tema que nos interesa mucho. Pasa el tiempo sin que nos demos cuenta, utilizamos destrezas y habilidades, llevándolas hasta el límite y experimentamos una intensa satisfacción, e incluso euforia.
Cuando fluimos, alcanzamos lo mejor de nosotros mismos, y el rendimiento aumenta sin tener que hacer grandes esfuerzos.


El psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi, es Profesor y Decano del Departamento de Psicología de la Universidad de Chicago. Desde la década de los 70 se dedica a estudiar las experiencias que le permiten a las personas ser felices. Estudió durante más de veinte años el estado de “experiencia óptima”, o "flujo de conciencia", que él llamó “fluidez”(flow).
Lo define como un momento en que el tiempo se detiene y uno se halla haciendo exactamente lo que quiere y no desea que la situación se acabe: disfrutar. Deseamos que puedan volver a producirse.
Este concepto está utilizado hoy por investigadores de todo el mundo, en ámbitos muy diversos, Psicología, Sociología, Antropología.
Trabajó con los relatos de cirujanos, artistas, atletas, ajedrecistas, escaladores de alta montaña, y otras personas a las que les gusta mucho lo que hacen. Del análisis descriptivo de esas entrevistas, de cómo se sentían, analizó los aspectos comunes que aparecían en todas ellas. Encontró un elemento que compartían casi todas, un estado muy particular de conciencia, que definió como "flow", dado que era el término que habían utilizado muchos de los entrevistados para describir estas experiencias.
Es la sensación de que todas las habilidades o destrezas personales son adecuadas para hacer frente a los retos que se presentan. La concentración es muy intensa, no se piensa en nada irrelevante o no hay tiempo para preocuparse por los problemas, la conciencia de uno mismo desaparece, en tanto, la sensación de tiempo, se pierde.


Pueden ser diversas las actividades e intereses según cada persona, las que les produzcan ese estado. Este concepto está basado en las motivaciones más profundas del ser humano, que no se refieren a tener fama, dinero, o éxito personal, sino, básicamente, a “sentirse bien con su vida”. Lo contrapone a los placeres, que tienen que ver con la satisfacción de las necesidades biológicas.

La experiencia de fluir

El estado de Fluidez se produce cuando:


  • Afrontamos desafíos que podemos asumir.
  • Estamos concentrados en la actividad.
  • La Tarea representa un desafío y exige habilidad.
  • Existen objetivos claros a conseguir y los logramos.
  • Se obtiene una respuesta inmediata.
  • Hay una profunda implicación, que se produce sin esfuerzo.
  • Nos despreocupamos de los riesgos que la actividad conlleva.
  • Existe una sensación de control.
  • El sentido del yo se desvanece.
  • El tiempo se detiene.
  • Se produce un crecimiento psicológico.
  • Nos sentimos atraídos por actividades que nos llevan al flujo. El estado de flujo o de disfrute, es más común que se dé en actividades de ocio, pero también puede darse en el trabajo.

En uno de sus estudios, Csikszentmihalyi y sus colegas, hicieron un seguimiento de 250 adolescentes con elevada fluidez y 250 con baja fluidez. Estos últimos son jóvenes de “Shoppings”; deambulan por dichos lugares y miran mucho tiempo la televisión. Los adolescentes con alta fluidez tienen aficiones, practican deportes y dedican bastante tiempo a sus estudios. En todas las categorías de bienestar psicológico, incluyendo la autoestima y el compromiso, estos jóvenes tuvieron mejores resultados.

El Ocio Activo

Estos descubrimientos son muy importantes a tener en cuenta para uno mismo, para la familia, los educadores de todas las áreas, personas que trabajen con adultos mayores y con adictos, depresivos y, también en actividades de recreación y tiempo libre. Se trata de la diferencia entre el Ocio Activo y el Ocio Pasivo.
La dependencia excesiva de fórmulas rápidas de acceso al placer: la televisión, las drogas, las compras, el sexo sin amor, los espectáculos de cualquier calidad, el chocolate en exceso, entre otras: son ejemplos de la búsqueda de la felicidad de forma pasiva, de dependencia. Está en contradicción con la elección de vivir de forma plena, auténtica, a través del encuentro con las gratificaciones.

Disfrutar del tiempo libre

El tiempo libre tiene que ser organizado para un mejor aprovechamiento. Que sea una oportunidad para la recreación, para usarlo de una manera enriquecedora, depende de lo que cada uno haga activamente, para lograrlo. Con frecuencia, en vez de usar nuestros recursos físicos y mentales para experimentar flujo, pasamos mucho tiempo por semana viendo como otros despliegan sus habilidades, en grandes estadios, en distintos lugares del mundo, en canales de televisión, ganando, además, mucho dinero por ello. No corremos riesgos, no vivimos aventuras en el mundo externo, sino que preferimos, ver cómo los actores, de televisión, cine, teatro, lo hacen por nosotros.
El ocio masivo, así como la cultura masiva, vividos pasivamente, consumen nuestra energía psíquica, sin ofrecernos nada a cambio.


La Experiencia Óptima

Csikszentmihalyi distingue dos tipos de experiencia: la que llama "entropía psicológica", en la que la conciencia se halla desordenada, alterada y dispersa, no hay concentración y sí una desorganización en la información que se recibe, que va en contra de las metas personales. El individuo en entropía psicológica se ve obligado a centrares en problemas y su energía psíquica se estanca, no fluye. Los problemas no nos dejan concentrarnos, dispersan nuestra mente. El estado opuesto es la "experiencia óptima", durante la cual, la información que se recibe se ajusta a los objetivos personales, la energía psíquica fluye y no hay necesidad de preocuparse. La atención puede dirigirse libremente a conseguir metas personales, ya que no existe ningún problema por resolver, ninguna amenaza a la que hacer frente. Toda nuestra energía psíquica fluye en dirección a conseguir esa meta personal. Es en esta situación de experiencia óptima, donde se experimenta la fluidez.
La experiencia óptima es un fin en sí misma. La actividad se convierte en beneficiosa y recompensante por sí misma, pues el mero hecho de realizar esa actividad es reconfortante. La persona presta atención a la actividad por su propio beneficio, no en las consecuencias de la actividad, sino en la actividad misma.
El fluir es un estado de máxima concentración durante el cual estamos en pleno control de nuestra energía psíquica, y todo lo que hacemos, añade orden a nuestra conciencia.
La organización de la conciencia que produce el fluir, es cada vez más rica y compleja, de manera que se produce un crecimiento personal.
El estado de fluidez reúne pensamientos, sentimientos, acciones, emociones, hacia una misma meta. Todo es armonioso. Durante el fluir se produce una integración completa de uno mismo, y cuando el episodio de fluidez termina, uno se siente más unido, como una unidad, interiormente y con el resto de cosas y personas.
La experiencia de flujo que resulta del “hacer”, del uso de nuestras habilidades, conduce al crecimiento, nos permite saborear la vida